Mi padrastro me dijo que tenía 5 minutos para irme tras cumplir 18 años. Él no sabía que planeé mi salida hace semanas.
La historia comienza a continuación
El día de mi decimoctavo cumpleaños, exactamente a las 12.10 de la noche, me quedé fuera de casa con una maleta, oficialmente sin hogar.
Mi padrastro ni siquiera esperó cinco minutos a que me convirtiera en mayor de edad. ¿Y mi madre? Se quedó allí, con la cara desencajada, como si no me hubiera criado durante casi dos décadas.
Sólo llevaban dos meses casados, pero él ya tenía más poder en su vida del que yo jamás tuve. Echarme era su idea de empezar de cero, pero no tenían ni idea de que yo estaba preparada para este momento.
Mañana por la mañana, se despertarán con una carta que lo cambiará todo....
Hacer la maleta
La lluvia tamborileaba contra el techo mientras hacía la maleta. Cogí una sudadera con capucha desgastada y la metí en la maleta, junto a algunos libros.
La habitación parecía una mezcla de recuerdos y un futuro esperándome. Cada pliegue, cada tirón de la cremallera, era como empaquetar trozos de mi vida pasada y la promesa de un nuevo comienzo.
Esto es todo, pensé, mientras me preparaba para alejarme de todo lo que una vez llamé hogar.
De cara a la entrada
Salí a la calle. Los charcos convertían la calzada en un espejo que reflejaba un cielo gris. Mi padrastro estaba apoyado contra la pared, con los brazos cruzados y una sonrisa burlona.
Su presencia me irritaba, y la grava fresca crujía bajo mis pies como una cuenta atrás. Parecía demasiado satisfecho de sí mismo, como si hubiera ganado algún tipo de juego.
Pero yo sabía algo que él no sabía. Estaba parado bajo la lluvia, pensando que se había librado de mí para siempre.
Quedan cinco minutos
"Tienes cinco minutos", dijo, con la voz cargada de falso orgullo. Mamá estaba a su lado, con la mirada perdida, como si deseara estar en otra parte.
La vergüenza parecía tirar de ella, un peso invisible que no podía levantar. Su silencio era más fuerte que sus palabras.
Pude ver la satisfacción de mi padrastro, pero para mí, cinco minutos fueron como el final y el principio, todo en uno.
Palabras de Rencor
Cerré la cremallera de la bolsa, intentando contener mi ira. Tenía los nudillos blancos, agarrando con fuerza el asa. "Siempre fuiste una carga"
, me espetó, con la voz llena de rencor. Mordí una respuesta, tragando palabras demasiado amargas. Cada insulto era como un pinchazo que intentaba llegar donde más dolía, pero estaba decidida a no mostrarle el impacto.
Mi silencio era mi poder, y me aferré a él con fiereza.